El dolor, aunque sea leve, es una señal de que algo en la lactancia no está en equilibrio y necesita ser valorado.
No es algo que debas soportar, ni mucho menos normalizar.
El dolor no es parte del proceso: es un síntoma que nos indica que existe una causa detrás y comprenderla es el primer paso para resolverla.
Mi objetivo es ayudarte a identificar ese origen, aliviar los síntomas y que puedas vivir la lactancia que deseas, de manera cómoda y sin dolor.
El dolor persistente en la lactancia rara vez tiene una única causa. Con frecuencia es la suma de varios factores, entre ellos:
Agarre superficial o succión ineficaz del bebé
Restricciones orales (anquiloglosia, paladar alto, retrognatia)
Lesiones en el pezón (grietas, perlas de leche, ampollas)
Mastitis subaguda o disbiosis mamaria (saber más)
Uso inadecuado de accesorios de lactancia (pezoneras prolongadas, copa de sacaleches mal ajustada)
Factores vasculares o dermatológicos (vasoespasmo/Raynaud, dermatitis, eczema)
Disbiosis intestinal o vaginal en la madre (antes, durante o después del embarazo)
Alteraciones hormonales (tiroides, SOP, resistencia insulínica)
Procesos autoinmunes o inflamatorios
Estrés, ansiedad, fatiga y falta de descanso
Normalizar el dolor retrasa la búsqueda de soluciones. Cada síntoma es una oportunidad para actuar pronto y recuperar la comodidad y el disfrute de amamantar.
Dolor quemante o sensación de alfileres durante o después de la toma
Pezón más sensible, rosado/blanquecino o con forma inusual al terminar
Grietas o perlas que no terminan de curar
Zonas del pecho más firmes o con vaciado incompleto
“Chasquidos”, tirones, escapes de leche o frustración del bebé en la toma
Molestias con pezonera o copa de sacaleches
Antecedentes de mastitis o tratamientos fallidos para “hongos”
Si marcas tres o más, es muy probable que exista una disfunción multifactorial que requiere una valoración integrativa.
El dolor en la lactancia no es un peaje que debas pagar, sino un síntoma de que algo puede mejorar.
Atenderlo a tiempo no solo alivia las molestias, sino que previene complicaciones, protege tu salud y la de tu bebé, y te permite recuperar una lactancia sin dolor.
Si amamantar te duele, no tienes por qué enfrentarlo sola. Comprender qué está ocurriendo es el primer paso para aliviar los síntomas y recuperar una lactancia cómoda, respetada y en equilibrio.
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