Hipogalactia o baja producción de leche
Cuando la producción no responde como esperabas
Cuando la producción no responde como esperabas
Una de las preocupaciones más frecuentes en lactancia es la duda:
“¿estaré produciendo suficiente leche?”.
En la mayoría de los casos, la producción es adecuada y el problema es solo una percepción de baja producción, pero en algunos sí existe una hipogalactia real, es decir, una producción insuficiente para cubrir las necesidades del bebé.
Hipogalactia primaria: poco frecuente. Se da cuando existe una limitación anatómica o fisiológica en la glándula mamaria que impide producir suficiente leche desde el inicio, incluso con estimulación adecuada. Ejemplos: hipoplasia mamaria (escasez de tejido glandular), malformaciones o cirugías previas en la mama que afecten al tejido o los conductos.
Hipogalactia secundaria: la más habitual. En este caso, la glándula mamaria tiene potencial de producir, pero diversos factores interfieren en el proceso y reducen la estimulación, el vaciado o la respuesta hormonal. Aquí se incluyen situaciones como:
Inicio tardío de la lactancia o separación madre-bebé
Succión ineficaz (agarre superficial, anquiloglosia, paladar alto, retrognatia)
Mastitis subaguda o disbiosis mamaria
Uso inadecuado de accesorios de lactancia (sacaleches mal ajustado, pezoneras prolongadas)
Alteraciones hormonales y metabólicas (hipotiroidismo, SOP, resistencia insulínica, disfunción ovárica, hiperprolactinemia)
Procesos autoinmunes (Hashimoto, celiaquía, lupus, EII)
Estrés crónico, ansiedad, fatiga, falta de descanso
Medicamentos que interfieren en la lactogénesis
El bebé no recupera el peso de nacimiento en las primeras 2–3 semanas
Orina escasa o concentrada, deposiciones poco frecuentes
Succión constante sin saciedad aparente
Pechos que no muestran cambios tras las primeras semanas (plenitud, goteo, vaciado)
Necesidad de suplementar de forma continua para mantener la ganancia de peso
Antecedentes maternos de alteraciones hormonales, autoinmunes o mastitis subaguda recurrente
El camino no siempre es el que habías imaginado, pero siempre hay un modo de hacerlo posible. El acompañamiento en hipogalactia busca darte respuestas, cuidar tu salud y la de tu bebé, y sostener la lactancia de la manera que mejor se adapte a tu realidad.
Cuando la producción es insuficiente para cubrir las necesidades del bebé, la suplementación no es un fracaso: es una herramienta clínica y de cuidado.
En la hipogalactia secundaria, la suplementación (con leche materna extraída, donada o fórmula) puede ser necesaria para asegurar la nutrición del bebé mientras se trabaja sobre las causas que están limitando la producción.
En la hipogalactia primaria, donde la capacidad de producción está realmente limitada por la fisiología de la glándula, la suplementación suele ser un apoyo estable que puede coexistir con lactancia parcial o mixta, siempre adaptada a lo que la madre desee.
¿Cómo lo abordamos?
Valorando si se trata de hipogalactia primaria o secundaria, asegurando la nutrición del bebé como prioridad y trabajando, cuando es posible, sobre los factores que interfieren en la producción: desde el agarre y la estimulación mamaria hasta el equilibrio hormonal, inmunológico y metabólico de la madre.
El objetivo es claro: comprender la causa, proteger al bebé y acompañar a cada mujer en la construcción de la lactancia que desea, ya sea exclusiva, mixta o con suplementación.
Si sospechas que tu producción es baja, no tienes por qué enfrentarlo sola ni sentir culpa. Podemos valorar juntas tu caso y encontrar la mejor manera de favorecer la producción, proteger la salud del bebé y sostener la lactancia que deseas.
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