La mastitis es una inflamación del tejido mamario que puede o no estar asociada a una infección. Aunque muchas veces se atribuye únicamente a una obstrucción de los conductos mamarios, la realidad es que la mastitis es un síntoma de un contexto inflamatorio más amplio en el cuerpo de la madre.

¿Por qué ocurre?

• Drenaje ineficaz de la leche, que favorece la acumulación y el estancamiento.

• Alteraciones en la microbiota mamaria, donde un desequilibrio bacteriano genera inflamación.

• Factores sistémicos como el estrés, la fatiga y la inflamación crónica, que predisponen a la mastitis.

• Dieta proinflamatoria y deficiencias nutricionales, que afectan el sistema inmunológico y la regulación de la inflamación.

El papel del contexto inflamatorio

Si has notado que, además de la mastitis, experimentas síntomas como fatiga extrema, problemas digestivos, niebla mental, cambios en la piel o dolor articular, es posible que tu cuerpo esté en un estado de inflamación crónica. Esto hace que reaccione de forma exagerada ante cualquier problema, como una obstrucción mamaria, generando una respuesta inflamatoria intensa.

Entender esto es clave, porque tratar solo la mastitis sin atender el estado general del cuerpo puede llevar a recaídas frecuentes.

¿Cómo reconocer la mastitis a tiempo?

Detectarla en sus primeras etapas es clave para evitar complicaciones. Algunos signos a los que debes prestar atención:

• Dolor, sensibilidad o sensación de ardor en un área del pecho.

• Bulto o zona endurecida que no desaparece tras la toma o extracción de leche.

• Piel enrojecida, caliente y tensa.

• Fiebre, escalofríos o malestar general similar a una gripe.

• Disminución del flujo de leche en el pecho afectado.

Si experimentas mastitis recurrentes, revisa también otros síntomas de inflamación sistémica, como hinchazón abdominal, sensibilidad a ciertos alimentos, caída del cabello o fatiga persistente.

Causas profundas de la mastitis: una visión integrativa

Inflamación sistémica y disbiosis intestinal

Un intestino inflamado se traduce en una microbiota alterada, y esto afecta no solo la digestión, sino también la microbiota mamaria.Cuando hay disbiosis, se genera una respuesta inflamatoria que puede predisponer a infecciones y alteraciones en el tejido mamario.

Factores que pueden estar influyendo en tu inflamación:

• Exceso de azúcares y harinas refinadas, que alimentan bacterias no deseadas.

• Consumo de aceites vegetales procesados y lácteos A1, que aumentan la inflamación.

• Déficit de omega-3, zinc y vitamina D, esenciales para modular la inflamación.

No es solo el pecho, es todo tu cuerpo reaccionando a un estado inflamatorio.

Estrés crónico y fatiga materna

El postparto es una etapa de alta demanda emocional y física. El estrés y la falta de sueño elevan los niveles de cortisol, que a su vez bloquea la producción de oxitocina, la hormona que facilita la eyección de la leche.

¿Cómo afecta esto a la mastitis?

• Un menor flujo de leche hace que el pecho se vacíe de manera menos eficiente.

• El sistema inmunológico se debilita, favoreciendo infecciones.

• Aumenta la inflamación de bajo grado, lo que puede amplificar el dolor y la inflamación mamaria.

Incluir estrategias para manejar el estrés es tan importante como el tratamiento físico de la mastitis.

Tratamientos efectivos: más allá de los antibióticos

Para sanar y prevenir nuevas mastitis, necesitamos un enfoque integral que abarque nutrición, microbiota, técnica de lactancia y manejo del estrés.

Alimentación antiinflamatoria para favorecer la recuperación

• Aumenta el consumo de grasas saludables: Omega-3 (pescado azul, chía, nueces), aguacate y aceite de oliva virgen extra.

• Evita los azúcares y harinas refinadas, ya que alimentan bacterias proinflamatorias.

• Sustituye los lácteos A1 (de vaca convencional) por alternativas A2 como leche de cabra u oveja.

• Incorpora alimentos fermentados como kéfir, chucrut y yogur natural de cabra u oveja para fortalecer tu microbiota.

Suplementación para restaurar la microbiota y modular la inflamación

Algunas deficiencias comunes en el postparto pueden aumentar la vulnerabilidad a la mastitis. La suplementación por sí sola tampoco es la solución y debe personalizarse en cada caso.

• Probióticos específicos 

• Omega-3 (EPA y DHA)

• Vitamina D3+K2

• Magnesio

• Butirato y L-Glutamina

Técnica de lactancia y drenaje adecuado

• Posturas que facilitan el drenaje: Amamantar en posición de "lobo" o utilizar masaje con vibración para liberar obstrucciones.

• Corrección del agarre y postura: Un agarre profundo evita la acumulación de leche y reduce el riesgo de fisuras en el pezón.

• Masaje linfático y técnicas de drenaje manual.

Manejo del estrés y bienestar emocional

• Técnicas de relajación y respiración profunda para reducir la tensión y mejorar el flujo de leche.

• Apoyo emocional sin juicios, porque la lactancia no siempre es fácil y necesitas sentirte acompañada.

• Optimización del descanso, adaptado a la realidad de una madre reciente.

Busca una solución personalizada

La mastitis no es solo un problema localizado en el pecho, sino una manifestación de un cuerpo inflamado y desregulado. Buscar ayuda con un profesional especializado en lactancia integrativa es fundamental para abordar el problema desde la raiz. 

Ponle remedio. Tu lactancia merece ser disfrutada sin dolor.

Bibliografía